“I jo, també em moriré?”, nuevo libro sobre duelo infantil

Para nuestros lectores en catalán, les recomiendo hoy, en el Día del Libro, mi última obra: “I jo, també em moriré?” (Y yo, ¿también me moriré?), sobre cómo ayudar a los niños y a los jóvenes a convivir con la muerte y la pérdida de los que quieren.

«Nada es para siempre, ni la tristeza ni la felicidad; todo lo que tenemos es temporal. [...] Saber que nada de lo que tenemos es para siempre nos ayuda a tomar conciencia de que podemos perder ya anticiparnos a la pérdida. Esta manera de entender la vida no tiene nada de triste ni de angustiosa, por el contrario, hace que tengamos un pensamiento encaminado a disfrutar de la vida cada día, como si fuera el último ».

Enseñar a los más pequeños de casa a vivir saboreando cada instante, a expresar sus sentimientos o despedirse de alguien que ha muerto es una tarea que primero debemos aprender nosotros, los grandes. Esto es lo que pretende Xusa Serra-enfermera especializada en procesos de duelo-, con un libro en el que nos da las claves para ayudar a nuestros hijos a desarrollar herramientas emocionales para afrontar una muerte, una separación, una enfermedad grave, y llegar a la edad adulta sabiendo gestionar las pérdidas de cualquier tipo.

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Clàudia y Wally. Los Rituales, un puente de Amor. II parte

Desde hace miles de años que las personas, e incluso algún animal mamífero, como las lobas, sentimos la necesidad de enterrar a nuestros seres queridos. Cuando un animal muere en un bosque, la propia naturaleza se encarga de transformar el cuerpo inerte en alimento que generará nueva vida. Por lo tanto la vida y la muerte están sujetas a un orden natural y que fluye e influye en la vida entera del Planeta. Gracias a los entierros que realizaban  nuestros ancestros hemos podido saber muchas cosas de su vida, costumbres y poder entender así también de donde venimos.

Dicho esto, días después del entierro de Wally, algunas personas que paseaban a sus perros, se dieron cuenta de la existencia de la pequeña tumba entre los árboles del bosque. Curiosamente ello provocó alguna reacción extraña hacia la imagen de la pequeña tumba y especialmente por el nombre escrito en el trozo de madera.

Informaron a la familia de Clàudia de la imposibilidad de enterrar a las pequeñas mascotas, en un bosque. Clàudia no comprendía lo que decían los adultos, ni la función de unas normas que una vez más y como a ella misma le ocurrió cuando quería visitar a su abuelito Coi Coi en la UCI, nos alejan de poder expresar lo que sentimos y del propio ciclo natural de la vida.

Actualmente muchas mascotas mueren en consultas de veterinarios y las familias deciden dejar allí el cuerpo. Esta forma de actuar que puede ser válida para algunos, no lo es para todos. Aquellos que sienten la necesidad de dar sepultura como ritual y forma de expresión de las emociones han de poder hacerlo, por supuesto con las debidas medidas (no usar bolsas de plástico, enterrar directamente en el suelo y a una profundidad suficiente) y la Naturaleza en poco tiempo se encarga dulcemente del resto. ¿De veras resulta extraño enterrar a una mascota en un bosque? Se pregunta Clàudia.