¿Y si dejamos que los niños se acerquen?

El testimonio de numerosas personas que viven un proceso de duelo, así como las entrevistas con padres, madres y educadores, muestran las actitudes mas habituales que los adultos tienen hacia los niños y niñas en el momento de tratar las pérdidas y el duelo. En un intento por alejarles del dolor y evitar que sufran, aparece una actitud generalizada de negación que les deja sobretodo al margen de cualquier circunstancia familiar relacionada con las enfermedades, las pérdidas y la muerte de un ser querido.
Los niños, niñas y jóvenes captan rápidamente esta negación del entorno y el pacto de silencio dentro del núcleo familiar y en estos momentos, la confusión ante la aflicción puede provocar un aumento de la inseguridad y los miedos.

Una enfermedad grave no se puede esconder, las llamadas telefónicas, las visitas médicas, los estados de ánimo etc, no pasan desapercibidos a los ojos de los pequeños. Inevitablemente muchos van a vivir el proceso en silencio y desolación, sin información sobre el mismo y entonces sus numerosas preguntes quedaran sin responder.

La enfermedad de un miembro de la familia puede convertirse en todo un mundo de emociones y aprendizaje para todos, y para los pequeños también. Aprender a cuidar del otro nos da la oportunidad de sentir la satisfacción que representa acompañarle en este momento de la vida y cuando tienen la oportunidad, los niños quieren sentirlo también.

Es común observar como los niños y niñas imitan los hechos mas que las palabras y la forma de proceder de los adultos hace que respondan con la misma sobreprotección con la que actúan los adultos. Cuando los adultos encuentran mil escusas e intentan alejarse de una situación dolorosa, los pequeños aprenden a hacer lo mismo. Pero estos niños serán adultos antes de que nos demos cuenta y cuando les llegue el momento de cuidar de nosotros, no habrán descubierto que se trata de un acto que responde a una necesidad propia y del grupo.

Muchas son ya las personas que dudan de que este camino sin piedras sea beneficioso, cuando lo que desean los pequeños es sentir que forman parte de la familia, en los buenos momentos y en los difíciles. Con ello se sienten pertenecientes a su grupo y la sensación de seguridad y protección tiene relación con saber todo lo que pasa a su alrededor. Quedar al margen como les ocurre a muchos de ellos provoca un aumento de trastornos emocionales detectados en los últimos años. Por lo tanto diremos que la ignorancia, provoca miedo y desconfianza, el saber, en cambio se convierte en seguridad. Lo que se vive y se siente de niño, acompañará la vida del adulto que será mañana. ¿Y si dejamos que nuestros pequeños se acerquen, descubran y aprendan?

CLÀUDIA Y EL ABUELO COI COI. RITUALES UN PUENTE DE AMOR

Este articulo pretende exponer la vivencia de una historia muy común relacionada con la forma extraña que tenemos los adultos al tratar las pérdidas, la muerte y el dolor que se desprende. Consta de tres partes entrelazadas basadas en la historia de Clàudia y la muerte de sus seres queridos.

Clàudia es una niña de diez años que aprendió a los siete, a raíz de la enfermedad y la muerte de su abuelo, el valor de los rituales y el beneficio emocional que representan.

Su abuelo Coi Coi, se puso muy enfermo y fue necesario su ingreso en una Unidad de Vigilancia Intensiva. Clàudia pidió a sus padres poder visitar al abuelo en la Unidad ya que parecía que se encontraba en una situación crítica e incompatible con una recuperación. Los padres consultaron e hicieron extensivo a los profesionales el deseo de Clàudia, pero la respuesta del Centro fue que existía una Norma “Los niños menores de catorce años no pueden entrar en este espacio”.

Los padres informaron a Clàudia de la imposibilidad de poder ver al abuelo, pero que no obstante la mantendrían informada en todo momento de lo que ocurriera. La pequeña asintió en unos momentos muy difíciles para la familia, no quería añadir más trastorno, pero no comprendió los motivos de la negativa a poder estar al lado de su querido abuelo.

Los días pasaban y Clàudia volvió a insistir hasta tal punto, que los padres se replantearon si la normativa existente de que los pequeños no puedan visitar, si así lo desean, a su ser querido en la UCI, era adecuada. Las dudas tomaron peso y se acabaron preguntando si las Leyes en este sentido respondían a las necesidades de los niños o bien a las dificultades de los adultos.

Clàudia sentía que su abuelo no podría aguantar mucho más y suplicó una vez más poder estar a su lado. Finalmente los padres decidieron dar a la pequeña lo que pedía y la llevaron al lado del abuelo… ¡y se saltaron todas las normas!

Los momentos en que Clàudia estuvo a su lado estuvieron llenos de Amor y ternura. Los profesionales observaban emocionados cada palabra y movimiento de Clàudia. Aunque el abuelo se encontraba en estado de coma profundo, la pequeña tuvo la oportunidad de poder tocarlo, acariciarlo, hablarle y preguntar por las cifras que aparecían en los aparatos que envolvían al abuelo. Aprendió el valor de poder cuidar del abuelo, aunque no se pudiera curar.

Sintió cuan importante es el soporte del grupo familiar, en estos momentos de la vida. El abuelo le dio la oportunidad de recibir unas lecciones de vida que nunca llegará a encontrar en ningún libro y las aprovechó todas.

Días después le hizo un precioso dibujo que colgaron delante de la cama. Clàudia decía “aunque este dormido el abuelo sabe que estamos aquí”. Fueron días difíciles pero la visita de Clàudia llenó de cariño un espacio altamente tecnificado. No tuvo ni una noche con pesadillas ya que se le permitió en todo momento, sentir y expresar lo que sentía.

El abuelo esperó la visita de Clàudia antes de morir y se llevo con él, el mejor regalo de la pequeña, SU AMOR.

En estos momentos el Centro está modificando las normas al respecto y han decidido dejar que los niños de cualquier edad puedan visitar, si ese es su deseo, a su ser querido. Desde este espacio felicitamos esta iniciativa ya que por mas pequeños que sean, su AMOR es igual de grande que el nuestro y sus necesidades también.