“¿Existe la muerte?” Os presento mi nuevo libro, escrito junto a Anji Carmelo

El pasado viernes salió a la venta en todas las librerias de España el libro que he escrito junto a Anji Carmelo, de Plataforma Editorial. Creo que puede ser útil para todos los que creen que la muerte no existe, para los que creen que sí, pero sobre todo para vivir el dia a dia en el aqui y ahora.

“Estar en el presente es estar en nuestra presencia, es estar con el máximo de conciencia en cada gesto, en cada hecho nuestro y de nuestro alrededor, de nuestra cotidianidad. No solo es estar elevado en nuestra inspiración, sino que hay que llevarlo a la «ritmicidad» (no a la rutina) de la vida diaria.”

Lo podreis comprar en Amazon a partir del 18 de junio, y también otras librerías digitales, como también en vuestra librería habitual, y si no está, vuestro librero os lo pedirá. ¡Espero que os guste y sea útil!

 

 

Cocinar como herramienta terapéutica

Después de la muerte de algún ser querido el tema de la alimentación puede parecer banal y sin importancia, lo que menos pensamos es en cocinar, tanto porque tenemos nuestra cabeza en otra cosa, o porque el estómago se nos cierra y la comida no nos entra.
Más aún si nunca hemos cocinado porque era nuestra pareja la que lo hacía y si esa persona es la que se ha ido, aún nos sentimos más inválidos . También si la que cocinaba era nuestra madre, y somos jóvenes y recordamos sus platos, o mayores y recordamos las reuniones familiares en torno a la mesa de los padres siendo un día de reunión de hijos y nietos para degustar aquellos platos que sólo sabía hacer ella con ese toque inigualable, de una receta escrita pero que nunca hacía igual porque le iba dando toques diferentes o aquella otra que era receta de la abuela y que nunca aprendimos porque pensamos que nuestra madre iba a durar toda la vida.

Pero la comida puede jugar un papel importante también en el duelo. Además de la comida como nutrientes, ya hablábamos de eso en el artículo anterior ” Cuidemos nuestra alimentación “, sino como herramienta para recordar al ser que se ha ido y que nos preparaba exquisitos platos cuyo aroma aún nos viene a la memoria porque quedó grabado en nuestro olfato, y cómo a través del olfato revivimos en presente situaciones pasadas, sino que además asociamos a momentos entrañables pues la habitación de la cocina es el corazón de la casa, es la zona de la alquimia donde se mezclan los sabores, los aromas, las texturas, la temperatura para crear pequeñas obras de arte que embriagan los sentidos.

Somos conscientes de ello? Nos hemos puesto a pensar en que una manera de recordarlos es hacer esas recetas que nos hacían, o intentar recuperarlas para mantener viva la tradición?
Todo esto, hablamos, una vez que el dolor ha cedido, porque en una primera fase este es tanto que nos olvidamos de nosotros y en lo que menos pensamos es en cocinar, a menos de que tengamos la obligación.

Démosle la vuelta y hagamos de la cocina y el cocinar, un homenaje a los que se han ido y si no, un camino de aprender, experimentar y compartir, una manera de celebrar que nuestros seres queridos se han ido físicamente pero que su energía sigue con nosotros y que ellos desde donde estén, (que seguro que están mucho mejor que nosotros, pues como hemos dicho en otras ocasiones la muerte nos libera de toda limitación, nos da paz y nos permite ese amor ya sin barreras, sin límites), se sonríen al ver cómo nosotros intentamos hacer aquella receta que hacían con tanto cariño y que nosotros comíamos disfrutando, o aquella otra con la que agasajaba a los amigos y le salía tan bien.

El cocinar es una experiencia desde decidir qué receta vamos a hacer, a ir a comprar los ingredientes, a cocinarlos, a compartir y esto ayuda a activar memorias al principio tristes en el proceso del duelo pero luego nos hace recordar momentos agradables con historias divertidas o que nos hacen esbozar una sonrisa. En España celebramos todo comiendo y determinados platos nos llevan a recordar bonitos momentos.
Porqué no empezamos con algo fácil como una sopita o un puré de verduras?

Reflexiones

En un duelo, las condiciones externas que vivimos y las internas son muy adversas, se nos presenta un derrumbe en nuestra vida , se hunde todo, todo se desmorona… Sin embargo debemos darnos nuestros tiempos, y aceptar que son diferentes para cada uno. El tiempo correcto es el que cada uno necesita.

Necesitamos hundirnos, pero ese es el mejor momento para salir adelante, mientras no nos hundimos, mientras vamos sacando la cabeza a flote no acabamos de dar el paso para salir , en cambio el tocar fondo, como en la piscina, nos da el impulso para salir rápidamente a superficie y respirar. Estamos vivos! Y a partir de ahí tomamos la decisión de seguir adelante. Poco a poco nos damos cuenta de que tenemos una familia, una vida..y si estamos vivos es porque todavía nos tocan cosas a hacer (a veces insospechadas) y que cosas? Las que el día a día nos traiga , con la mejor actitud, desde el corazón; nuestro ser querido cuya energía es parte de nosotros, estará orgulloso. Ya no somos los mismos, hemos crecido, somos resilientes…

Qué es la resiliencia? Es una propiedad que tienen determinados metales de deformarse cuando un peso les aprisiona, y que cuando ese obstáculo desaparece vuelven a su forma original.

En el hombre, es la capacidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Cuando ese peso que nos bloqueaba no tiene tanta fuerza y nos permite volver a ser, nunca será como antes, a diferencia del metal, en ese aprendizaje hemos crecido, ya no somos los de antes, nos levantamos con mucha más fuerza, con valores diferentes, con necesidad de hacer algo por los demás.

Lo que hemos crecido lo vemos cuando ha pasado un tiempo y miramos para atrás, ya no somos los mismos.

Pasar por esas situaciones límite nos hace crecer, ser mejor persona.
Nuestro viaje espiritual se inicia a través de la muerte de un ser querido, a través de la enfermedad o de un tropiezo o de las dificultades en la vida.

Demos gracias a esas dificultades o malos momentos que nos llevan a lo más profundo de nuestro ser y nos abren el corazón.

La Respiración como herramienta en el duelo

La respiración es una maravillosa herramienta que tenemos a nuestro alcance en todo momento y situación, y que en el duelo, puede sernos de gran utilidad, tanto si estamos solos como acompañados , en un jardín o en un metro, de día o en la noche, y además nos ayuda a no desvitalizarnos.
La respiración no sólo nos ayuda físicamente sino también lo hace en el plano emocional y en el mental.
Cuando tenemos una emoción profunda, si nos fijamos, nos damos cuenta de que no estamos respirando. El diafragma se ha quedado bloqueado, la respiración es puramente superficial.
Con la respiración consciente, profunda, suave, lenta, armónica, todo el cuerpo se relaja, la tensión muscular y los bloqueos mentales desaparecen, la energía se distribuye por todas partes y nuestras vidas se hacen más saludables.

La respiración es un proceso espontáneo que surge con la vida y que es independiente de nosotros. El feto en el útero materno no respira a través de los pulmones, lo hace a través del cordón umbilical. Cuando nace, llora y realiza la primera inspiración, se expanden los pulmones y comienza el ritmo de la vida, la pulsación de la vida.
Lo primero que hacemos al llegar a la vida es inspirar. Lo último que hacemos al irnos es espirar (expiración).
Podemos nacer con todos nuestros órganos perfectos y sanos, pero si no hacemos esa primera inspiración, morimos.

Respirar es vivir y vivir es respirar. La respiración está íntimamente conectada con el cuerpo y la mente. La fuerza que controla la vitalidad es nuestra respiración y la prestamos muy poca atención porque la consideramos un ejercicio natural y que ya nos ha sido dado al nacer, sin hacer nada por ello.

Hay un cuentito sufí muy significativo que me gustaría compartir con vosotros/as:

Una vez había un discípulo que meditaba e invocaba al Creador. Durante diez años había hecho meditación para alcanzar su Presencia. Entonces el Creador se le apareció y él le pidió que por favor le diera una mente hermosa que pudiese manifestar cualquier cosa que él quisiera. Es cierto que si tenemos una mente como se debe, si tenemos una mente buena podemos manifestar nuestras buenas intenciones en acciones. Entonces el hombre le pidió al Creador: “Dame una mente que manifieste cualquier cosa, que sea capaz de manifestar cualquier tipo de cosa”. El Creador le respondió: “Te daré una mente así, pero has de tener en cuenta que si no le das trabajo, ella te comerá y te destruirá. Continuamente tendrás que darle trabajo y ella trabajará para ti, pero acuérdate que le tienes que dar siempre trabajo; si no le das trabajo a la mente, ella te comerá. Aprende a darle trabajo y ella te ayudará”.

Entonces el Creador le dio un gran gigante como mente al discípulo y él se puso muy contento. El Creador desapareció y entonces el gigante apareció y le preguntó al discípulo: ¿Qué quieres? El discípulo le dijo: “Quiero una buena casa”, y en un minuto el gigante le proporcionó una buena casa y le siguió preguntando: ¿Qué quieres ahora? “Quiero una buena familia” y en otro minuto se la proporcionó. Le volvió a preguntar: ¿Qué quieres? y el discípulo le dijo: “Un buen negocio”, y le proporcionó un negocio próspero. ¿Y qué más quieres? “Un buen coche”. ¿Qué más quieres? El discípulo empezaba a cansarse y no sabía qué pedir porque lo tenía todo. “¿Qué más le pido?” se preguntaba; si no le pido algo al gigante, me va a comer”. Yo no quiero más cosas, esto es demasiado para mí, una mente así yo no la quiero; es mejor que tenga una mente normal porque este gigante lo hace todo muy rápido y luego pregunta qué es lo que quiero.
Entonces el gigante le dijo: ” Si no tienes nada que pedir, déjame que te voy a comer”. Entonces el discípulo pensó “mejor me voy corriendo pues ya no le quiero ver más”. Y así lo hizo: corría por el monte y el gigante le seguía.
Al pasar por un monasterio un maestro que le vio, corriendo como un loco, le quiso parar, pero él no quería hasta que el monje le agarró de un brazo y le paró. “¿Me quieres decir qué te pasa?”. “Lo siento, no puedo, viene corriendo detrás de mí el gigante, y si no le doy trabajo me come. Le doy trabajo y lo acaba en seguida y me pregunta continuamente “¿qué quieres?”. Yo no quiero nada, pero él me dice que si no quiero nada, me come. Déjame que tengo que salir corriendo”. El Maestro le dijo: “El hecho de que corras no es solución porque es tan grande, que aunque vaya despacio llegará a cogerte, para él es muy fácil comerte”.
El Maestro le dijo:” ¿Sabes?, siempre hay un trabajo que poder darle: Si pierdes esta mente, ni la casa, ni el jardín, ni el coche se pueden manifestar. Por tanto la solución no es acabar con el gigante, sino darle un trabajo siempre que tú no lo necesites”.
El discípulo le dijo: “¿Crees que hay algún trabajo que el gigante pueda hacer mientras yo no lo necesite?” “Sí”, dijo el Maestro. Y el discípulo respondió: ” ¡Entonces seré el hombre más feliz de la Tierra si me enseñas el método!”.
“Ordénale que suba al árbol y que lo baje, para arriba y para abajo todo el rato hasta que lo necesites para realizar otro trabajo”.

Es una historia muy simbólica. Subir y bajar del árbol es la respiración. Si llevamos la mente a la respiración la podemos armonizar.

Debemos saber cómo usar la mente cuando es necesario, y cuando no, tenemos que saber salir de ella. No queremos que la mente desaparezca, porque sin mente nada es posible en la vida, queremos que la mente se ocupe de algo, para que nosotros estemos en paz.
Cuando trabajamos no nos damos cuenta de nuestras emociones o pensamientos reiterativos, porque la mente está ocupada, pero si no trabajamos, la mente trabaja más y pueden venir los pensamientos negativos, las ideas obsesivas.

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Los pensamientos y las emociones alteran el ritmo de la respiración.
Cuando estamos tranquilos la respiración se calma, cuando estamos nerviosos, la respiración se altera.

Conectar con la respiración es la manera que tenemos de separarnos de lo objetivo del mundo exterior y conectar directamente con nuestro interior.
Si queremos encontrar un método para parar nuestra mente, quitar nuestras obsesiones, romper con ellas, será a través de llevar nuestra mente a la respiración, esto nos ayuda a conectar directamente con el corazón y a practicar el aquí y ahora en cada suceso de la vida, a estar en el instante, dando todo lo mejor nuestro en cada momento.

Se dice que la edad de un yogui no se calcula por el número de años, sino según sus respiraciones. A menos respiraciones, más vida.

Un perro hace 30-40 respiraciones/min. y vive entre 12-14 años. Una tortuga 4-5 respiraciones/min. y vive 150 años. A más larga y profunda la respiración, la vida será más larga y más sana.
Primero se aprende a respirar de esta manera y luego se mecaniza automáticamente.
A menos frecuencia respiratoria, menor desgaste del corazón, menor tensión arterial, y el sistema nervioso se relaja.
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Si hacemos una inspiración profunda seguida de una pausa, ayudamos a favorecer el intercambio gaseoso en el pulmón. Nos llenamos de más oxígeno y por tanto de energía, nos revitalizamos, pensemos que no se puede encender ningún fuego sin oxígeno, así que activaremos todo nuestro metabolismo. Además renovamos el aire residual y eliminamos el anhídrido carbónico y los productos de desecho del metabolismo celular mientras que si hacemos una respiración rápida y superficial no tienen tiempo de ser eliminados y se acumulan favoreciendo el terreno de la enfermedad.
Los pulmones llenos y el diafragma bajo, aportan relajación mental.
Una espiración prolongada sacando el aire lenta, profundamente, con pausa posterior, también nos da relajación mental.
Al realizar una respiración profunda diafragmática, se efectúa una alternancia de presiones positiva/ negativa sobre cavidad abdominal y torácica, cosa que favorece el retorno venoso y por tanto también colabora en la eliminación de productos de desecho del metabolismo celular. Al mismo tiempo se produce un masaje sobre las vísceras abdominales a través del movimiento del diafragma, favoreciendo su descongestión.

Un ejercicio sencillo pero muy eficaz, que propongo hacer cada día para nuestra salud es ponernos a hacer 5 min de respiraciones profundas, suaves, lentas, igualando la duración de la inspiración y la de la espiración, al levantarnos, bien abrigados con la ventana abierta, mejor si está orientada al sol, ( podemos estar sentados/as), en la terraza o los que puedan en el jardín, la playa, un parque. La mejor hora para obtener la máxima calidad de la energía del aire o prana, es desde una hora antes de la salida del sol a una hora después.
Todavía es más energetizante si lo hacemos con un ritmo, cada día a la misma hora, cosa que ejercita en nosotros la voluntad.
Además a lo largo del día a través de una sola respiración profunda, podemos conectar con el interior de nuestro Ser, cortamos con lo que estamos pensando, o sintiendo, retomamos nuestro poder y volvemos al aquí y ahora.
Animo, adelante y a practicar. Ya me diréis si notáis cambios.

Que hi ha més enllà de la mort?

Quería quería compartir con vosotros/as una entrevista que nos hizo Gaspar Hernández en l’ ofici de viure de Catalunya Ràdio el pasado 23 de diciembre a Anji Carmelo y a mi sobre la vida más allá de la muerte, que creo os puede interesar:

http://www.catradio.cat/audio/690135/Lofici-de-viure-Que-hi-ha-mes-enlla-de-la-mort

Cómo la muerte nos ayuda a tomar conciencia de la vida

Si cambiamos la visión de la muerte cambiaremos la manera de vivir.

Siendo la única cosa de nuestra vida segura, no nos enfrentamos a ella hasta que nos toca de una manera directa.

Sabiendo que estamos en un universo perfecto, que no hay nada casual, (decía Einstein que la casualidad era la manera que tenía Dios de mantenerse en el anonimato), encontrar sentido a lo que nos pasa, ver la enfermedad como un momento de crisis que nos ayuda a trascender, e incorporar la muerte a nuestra vida diaria, nos ayuda a vivir de otra manera.
Mi cercanía con la muerte me ha dado una visión más amplia y diría yo más práctica, de la vida, cuando estás cerca de la muerte, cuando convives con ella, aprendes a dar importancia a lo que realmente tiene, te das cuenta que lo único que nos queda es el momento presente y esto te ayuda a vivirlo con otro sentido. La palabra presente ya lo indica, es un regalo.

Decimos a los seres que tenemos cerca que les queremos? Normalmente no, porque creemos que se sobreentiende, pero no es así y tratamos más rutinariamente a los que tenemos cerca que a los extraños.
Cuando nos vamos, sólo nos llevamos aquello que hemos aprendido y lo que tenemos en nuestro corazón y sólo dejamos, lo que dejamos en el corazón de la gente.

Podemos practicar la preparación a la muerte cada noche y hacer antes de dormir una pequeña reflexión del día, de nuestra coherencia ( pensar, sentir y actuar en la misma dirección), revisar que no carguemos con la mochila de otro porque no le estamos haciendo un favor sino que le estamos quitando el aprendizaje de la experiencia. A veces ayudamos más con un no que con un sí, pero muchas veces nos es más fácil decir sí y lo dejamos correr.
Si hay algo que nos preocupa valorémoslo con relación a la muerte, solucionemos los problemas que podamos al día. De esta manera no dejaremos cosas pendientes.

Perdonarnos y perdonar, como si nos preparásemos para morir… y que nuestro último pensamiento antes de conciliar el sueño sea de agradecimiento y de paz.

Durante el día vivir el aquí y ahora, significa vivir el instante, plenamente conscientes. En nuestro cuerpo lo que más vive el presente es el corazón, el corazón da todo en cada instante y recibe, pero si el corazón estuviese pensando en el futuro y se quedara con una gotita de sangre en cada latido, al minuto tendríamos 80 gotas retenidas y como consecuencia de esto, al poco rato caeríamos en insuficiencia cardiaca.

Nosotros igual que el corazón debemos dar en cada momento todo lo mejor, y estando en el corazón nuestra actitud durante el día sería diferente.
Estamos en una época de crisis. Es lo mejor que nos puede pasar, todas las estructuras tienen que cambiar de base, no sirve poner parches; el cambio viene desde dentro, desde las personas. Somos las personas las que tenemos que cambiar, y allá donde estemos haremos lo que hagamos con otra visión si no, sólo cambian las apariencias; el cambio que se exige en este momento es profundo por eso el tema de la muerte es importante ahora , debemos entender que no tener miedo a la muerte es no tener miedo a la vida.

Igual que la muerte nos trae una crisis de sentido a nuestras vidas, que es la llave del cambio, este momento actual de crisis es lo mejor que nos puede pasar para establecer nuevos valores y recuperar los buenos perdidos. Debe haber un cambio en la medicina, la enseñanza, la economía, la política, las leyes, la religión…Estamos enfocando el siglo XXI con estructuras del siglo XX en todos los campos, y eso no se puede sostener.

Los primeros 25 años de cada siglo son esenciales para sentar las bases de lo que será la nueva centuria. Lo ideal sería que en el s XXI tuviésemos integrado que muerte es un proceso natural de la vida que nos ayuda a vivir el presente sin miedo.

Todos los miedos derivan del más grande, del miedo a la muerte.
Ante ella podemos tener dos posturas, o creemos que existe algo más o que no, pero en cualquiera de las dos opciones, sólo seguimos teniendo el aquí y ahora que es lo único que debemos tener presente.

La culpabilidad, nos ancla en el pasado, y si pensamos en el futuro, tenemos miedo y ansiedad por lo que pueda ocurrir. Si queremos estar en paz estemos en el presente, lo que hay se tiene al frente.

La vida es como el agua con distintos estados desde el más sutil al más denso; puede estar solidificada, dura, pesada, puede fluir como en un río, puede estar estancada como en un lago, o puede ser pantanosa. Es vapor, es nube, es rocío…pero siempre agua.
Nosotros en el momento en que fluímos con la vida estamos vivos.
Vivir es dejar que el agua pase.

La muerte es el único hecho que podemos predecir con absoluta seguridad, pero nos evadimos del tema hasta que nos toca La muerte es el único hecho que podemos predecir con absoluta seguridad, pero nos evadimos del tema hasta que nos toca enfrentarlo de manera inminente y personal de manera inminente y personalq

Cuidemos la alimentación

Voy a escribir una serie de temas que pienso son importantes y que os pueden ayudar en estos momentos tan difíciles por los que estáis pasando como es el caso del duelo, de una enfermedad o de un acompañamiento (siempre nos acordamos del enfermo pero poco del cuidador que tiene que estar siempre bien, alegre y dando lo mejor de sí), en esas circunstancias tenemos que cuidar aún más nuestra alimentación, podríamos encontrarnos en una larga carrera de fondo y quedarnos rápidamente sin pilas, esto empeoraría el ánimo y se generaría un círculo vicioso: tristeza, unida a mala alimentación, daría poca energía vital que potenciaría aún más la tristeza.

Es importante comer alimentos que den vida, energía. Pensad que de una nuez sale un nogal. Las semillas que encontraron en la tumba de Tutankamon, después de 500 años, estaban intactas y a pesar del tiempo transcurrido, se plantaron y dieron frutos.

También necesitamos cereales integrales; en la cáscara están las vitaminas. Otros alimentos recomendados son las frutas, verduras, legumbres, hortalizas. Pescado, sobre todo azul: sardinas, anchoas, atún, caballa, emperador, salmón…

En las ensaladas, empleemos cinco colores ( verde, rojo, naranja, morado, amarillo por ejemplo), para tener la máxima sinergia antioxidante.

Las frutas, mejor comerlas separadas de las comidas para poder aprovechar rápidamente su energía y consumir poca en su digestión.

Carne, es mejor la blanca: pollo, conejo, pavo. La OMS recomienda no comer más de 400 gr / mes de carne roja, produce acidosis que no es buena para los huesos.

Beber litro y medio de agua como mínimo además de la empleada en infusiones, tés, etc…

La digestión comienza en la masticación y en la salivación, cuando el alimento que está en la boca se ha convertido en líquido, es la señal para tragar; si lo hacemos antes, llega a estómago pero no pasa a duodeno hasta tener 1 mm, con lo que si hemos engullido sin masticar, permanece mucho tiempo allí, empieza la putrefacción y se crean gases, hinchazón y pesadez, que densifica y potencia más la tristeza.

Es bueno a la hora de comer estar en un estado tranquilo, sin ver tv con noticias trágicas y abrumadoras, pues al estar más sensibles nos puede dificultar la digestión.

Intentad disfrutar la comida pues a pesar de estar en momentos difíciles, el hacer de la comida, algo positivo nos beneficiará. También es importante la presentación de los platos, que entre por la vista.

Podemos convertir el momento de comer en un alto en el camino, crear un ambiente, es un buen momento para mimarnos pero no a base de dulces o alcohol, sino de escoger comida adecuada, que nos haga sentir bien, con bonita presentación en aquel plato que nos gusta, aquel vaso especial, mantel alegre …esos fueron momentos importantes para mi cuando después de cuidar a mi marido durante año y medio por larga enfermedad y luego muerte, me encontré comiendo sola y todo esto me ayudó.

Sería conveniente acompañar la comida con respiraciones conscientes para aumentar el metabolismo y poder quemar mejor, recordad que un fuego no se puede encender si no hay oxígeno.

El pensamiento con el que estamos comiendo también influye en la digestión, procuremos hacerlo con un sentimiento de agradecimiento por poderlo hacer, por tener un nuevo día, una nueva oportunidad y que esos alimentos con la energía que han recibido del sol, con sus vitaminas y minerales ayudarán a reponernos.

He intentado compartiros un tema que me parece importante porque en esos momentos duros, solemos olvidarnos de nosotros y cuidarnos y cuidar nuestra alimentación es necesario, pero ante cualquier duda o pregunta sobre este tema, con mucho gusto os responderé

 

La consciencia más allá de la vida

El tema del programa Millennium, emitido el pasado 11 de mayo por el Canal 33 en Cataluña: “La consciencia más allá de la vida”  se inspiró en un libro del mismo título cuyo autor es el doctor Pim Van Lommel, cardiólogo holandés que tiene la credibilidad de haber hecho un estudio prospectivo (desde el presente en adelante, mucho más objetivo que retrospectivo o hacia atrás), y que fue publicado por una revista médica de prestigio “The Lancet”, en diciembre del 2001.

Este estudio se hizo conjuntamente con 10 hospitales holandeses a pacientes con parada cardiorrespiratoria y que sobrevivieron tras la reanimación cardiopulmonar. Se recogieron todos los datos y se hizo un seguimiento de ellos durante 10 años, (a los 2 años de la parada cardiorrespiratoria y luego a los 8 de éstos).

La importancia de lo que plantea este estudio es que es la 1a vez en un estudio serio hasta donde yo sé, que se plantea la continuidad de la existencia después de la muerte como conciencia que tiene percepción de sí, de las circunstancias, hechos y personas que están en el escenario donde ocurre la acción.

Si el corazón está parado o fibrilando, no hay presión arterial y la sangre no lleva oxigenación a la cabeza, siendo el cerebro el órgano más sensible a la hipoxia o falta de oxígeno. Se descartan las circunstancias que hubieran podido producir estas vivencias (sensación de visión de un túnel, seres luminosos que les hablan, visualización de  los seres queridos o de aquellos en los que creen, revisión panorámica de los acontecimientos de tu vida sintiendo lo que han sentido los demás ante sus actuaciones, sensación de paz, ausencia de miedo…)

Se descarta la falta de oxígeno, la medicación utilizada, el miedo previo a la muerte etc.

El estudio se hace sobre 344 pacientes, de ellos un 18% tuvo esas experiencias (ecm: experiencia cercana a la muerte). En este 18% hubo un cambio de vida después de la ecm y se mantuvo a lo largo de los 10 años. Este grupo cambió sus prioridades, sus valores, y se dedicaron a que su vida tuviese sentido.

Pim Van Lommel, habla de un caso concreto de un paciente que tuvo una parada cardíaca en la calle, que pasó bastante tiempo hasta que llegó al hospital. La reanimación duró mucho, al final mantuvo constantes y pudo ir a UCI. Pasaron los días y estando consciente el paciente vio entrar a una enfermera y después de agradecerle su ayuda en la reanimación, le preguntó, para estupor de la enfermera, que dónde había dejado la dentadura que le quitó al intubarle…

Esto nos plantea varias cuestiones:

La creencia hasta ahora de la medicina “objetiva”  es que la conciencia es un producto del cerebro, por tanto desaparece al desaparecer sus funciones. Pero…

¿Nuestra conciencia está en nuestro cerebro?

¿Nuestra memoria queda almacenada en el cerebro o utiliza el cerebro?

¿Somos un cuerpo o tenemos un cuerpo?

Durante 18 años he estado haciendo anestesia en cirugía cardíaca y son cosas que yo ya me había planteado sobre todo en determinadas operaciones sobre arco aórtico en las que para reparar las arterias que van a cerebro teníamos que inducir un paro respiratorio, cardíaco, vascular, y cerebral a través de hipotermia profunda entre otras cosas, en los que todos los parámetros “objetivos” de vida estaban a cero (frecuencia cardíaca, tensión arterial, respiración, electroencefalograma). Excepto la saturación de oxígeno que iba descendiendo peligrosamente cada minuto que pasaba…

Sugiero ver el vídeo de Millennium para no repetir conceptos. www.tv3.cat/videos/4085150/consciencia-mes-enlla-de-la-vida

Yo creo que la conciencia está más allá del cerebro, es un campo electromagnético que utiliza el cerebro como un descodificador, igual que la televisión, que es un aparato que transforma las ondas que le llegan en luz y sonido. Nadie confunde la televisión con lo que aparece en la pantalla…  Pero esta gente clínicamente muerta, ve, oye, siente, piensa…

La diferencia entre un cuerpo vivo y uno muerto es la energía que está en el primero y que le da vida y la energía ni se crea ni se destruye sólo se transforma. Si creemos esto, esta energía sigue existiendo una vez muertos, nos lo dice la física, pero lo interesante de recoger estas ecm es que seguimos existiendo, reconociéndonos y reconociendo a las personas que amamos y/o que nos rodean.

Como dice Willigis Jägger, teológo benedictino y maestro zen, (que tuvo una ecm), en su libro: “La vida no termina nunca”, lo que soy en lo más intimo, mi esencia, es algo que seguirá cuando mi cuerpo físico haya muerto.

Para los que hemos perdido a seres queridos, sabed que no han muerto sino que han nacido a otra vida en la que no están limitados por un cuerpo físico, ni por tiempo o espacio, que están con nosotros para acompañarnos, ayudarnos, su esencia está con nosotros y crecen con nuestro crecimiento.

También os puede ser de ayuda saber que cuando morimos nunca lo hacemos solos sino que estamos rodeados de la energía de los seres queridos que nos han precedido, de seres luminosos que nos transmiten paz y una sensación de amor inconmensurable como dicen todos los que han experimentado una ecm.

Saber esto nos ayuda a vivir con más sentido y encontrar sentido a la vida